Voto obligatorio: ¿solución a la baja participación electoral?

En mayo, el país vivió uno de los procesos eleccionarios más importantes desde el regreso de la democracia. En esta oportunidad, los chilenos votaron por algo más que candidatos, votaban por el futuro del país. Sin embargo, la participación electoral sólo alcanzó el 43,35%, cifra menor a la registrada en el plebiscito 2020, que alcanzó el 50,95%.

Respecto a la realidad regional no se registran muchas diferencias, la región de O’Higgins fue la que obtuvo mayor participación, con un 47,37%, mientras que Antofagasta registró un 36,89%.

Lo anterior nos lleva a pensar que solo el 43,35% de los ciudadanos está tomando las decisiones del país y se asume que es por irresponsabilidad, sin embargo, la abstención también es una opinión y sus causas pueden ser múltiples. Algunas de las declaradas por la ciudadanía son el miedo a contagiarse Covid-19, la desconfianza en el sistema, falta de candidatos que representen a la población o simplemente no querer.

Ante esta problemática, el mundo político ve en la reposición del voto obligatorio la solución. Así, despacharon al Senado una reforma constitucional que, de ser aprobada, se aplicaría para las elecciones presidenciales de fin de año.

¿Esto soluciona la crisis de las instituciones, la falta de credibilidad o la representación de la ciudadanía? En caso de ser aprobada la ley, efectivamente aumentarán las personas que votan, lo que no significa necesariamente que se sientan representadas por las opciones que se presentan.

Si bien es posible que el voto obligatorio aumente el nivel de participación, es fundamental que los líderes políticos entiendan las necesidades que hoy tienen sus electores, a quienes deben conquistar con sus ideas y propuestas, más allá de la obligación que tengan éstos de presentarse antes las urnas.

De acuerdo a lo anterior, más que una ley, se necesita un cambio de ambos actores, una clase política que se haga cargo de los procesos que vive el país y un mayor compromiso de los ciudadanos, haciéndose responsables y partícipes de las decisiones que se toman.

Entendemos que este cambio es a largo plazo y esperamos que en el futuro los ciudadanos comiencen a votar por convicción y no por obligación.

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