La segunda ronda de votación de las Elecciones Presidenciales está a la vuelta de la esquina, y se vislumbra como la contienda más pareja desde que se utiliza este sistema de elección en el país, pero, ¿por qué sucede esto? Algunos lo atribuyen a que se desconoce la cantidad de gente que asistirá a las urnas, mientras que otros, a las alianzas y apoyos entre los partidos, y a la asistencia a las urnas de las personas que se abstuvieron en la primera vuelta.
El escenario que se asoma no es nada claro, más aún cuando la confianza y la credibilidad de las encuestadoras han quedado por el suelo luego de los resultados adversos de la primera vuelta electoral, donde ninguno de los sondeos logró atinar una aproximación real a los resultados obtenidos el pasado 19 de noviembre.
De mantenerse o disminuir el porcentaje de participación de la primera ronda de votaciones, el favorecido de la contienda entre Guillier y Piñera sería, en primer caso, el candidato de Chile Vamos, quién obtuvo una ventaja de 1 millón de votos sobre su adversario representante de La Fuerza de la Mayoría, quién busca dirigir la intención de participación de los potenciales votantes de izquierda hacia su propuesta.
Estamos ante un escenario totalmente incierto, donde los chilenos se enfrentan a una elección donde existe una marcada diferencia entre los candidatos. Por una parte se promete la continuidad del proyecto actual, mientras que por otro lado, se focaliza la campaña en el factor económico y de renovación del país, pero, como siempre, la última palabra la tienen los chilenos – si deciden salir de sus casas a votar, claro -.
Que no exista un claro favorito para ocupar La Moneda por los próximos cuatro años nos demuestra que no hay una afección real entre los candidatos y el pueblo. El favoritismo y la popularidad de ambos se han visto en niveles muy bajos comparados con aspirantes presidenciales de años anteriores. Es bastante preocupante que ningún proyecto sea, por lo menos, llamativo a los ojos de la mayoría de los chilenos, que en esta ocasión saldrán a votar porque sí, porque más vale escoger al menos malo, porque no quiero que salga el otro candidato, porque no tengo otra opción.
Votar por votar es casi igual a entregar una papeleta vacía, porque a la hora del escrutinio final, lo que se decidió no expresará la voluntad y el deseo de las personas.