Esta semana la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, presentaba su estudio “Pensions at a Galance 2013”, el que arroja respecto a Chile una serie de datos interesantes y controvertidos. En primer lugar señala que el promedio de edad de jubilación de las mujeres chilenas es de 70,4 años, diez por sobre lo establecido legalmente (60 años). En los hombres el promedio de edad de jubilación llegaría a los 69, 4, casi cinco más que el legal (65 años).
Adicionalmente, el estudio señalaría que la tasa de reemplazo (diferencia entre últimas remuneraciones obtenidas y jubilación efectiva) de los trabajadores chilenos sería de 51,8% en promedio (52% en hombres y 42% en mujeres), mientras que el de los países miembros de la organización sería 64,1%.
Por otra parte, la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones, en septiembre pasado publicó un estudio propio en que las cifras serían algo más alentadoras: 87% promedio de tasa de reemplazo para los hombres y 58% líquida para las mujeres. A propósito de esta disimilitud de los datos se ha abierto cierto fuego cruzado respecto de aspectos metodológicos de los análisis. Particularmente ha sido el gremio de las AFPs las que han cuestionado la metodología del estudio de la OCDE.
Más allá de ello, lo que cabe reflexionar en este artículo son cuestiones más profundas y, si se quiere, normativas respecto al sistema de pensiones de nuestro país. Si bien en esta materia los datos son esenciales para el análisis y la toma de decisiones respecto a mejoras en las pensiones de los chilenos, lo irrisorio de ciertas cifras en las tasas de reemplazo (más o menos abultadas siguen siendo insuficientes) y por otra parte, por ejemplo, las groseramente altas utilidades de las AFPs hace fundamental, al menos, repensar ciertas cuestiones sobre este tema.
Cabe destacar que no se está comparando utilidades de las Administradoras y pensiones que reciben los jubilados, sino resaltando sobre qué temas es necesario reflexionar para tender a una mayor justicia y equidad del sistema, y terminar de una vez con los abusos que irrefutablemente éste tiene.
De todas formas, este debate que recién comienza ha llevado a poner ciertos énfasis para el futuro que no se pueden soslayar: sustentabilidad del sistema, justicia y equidad del mismo, alternativas y propuestas para tasas de reemplazo efectivamente justas, y la simbiosis de todos estas derivadas.