Pasaron un par de semanas, desde que comenzó la Etapa Participativa del proceso de Asamblea Constituyente propuesto por el Gobierno, que busca culminar en un documento denominado Bases Ciudadanas, el cual recogerá los acuerdos, acuerdos parciales y desacuerdos expresados por la ciudadanía chilena. Dicha etapa se está implementando mediante diversas instancias de participación, tales como: formularios individuales, encuentros locales, cabildos provinciales y cabildos regionales. El único requisito para participar en esta construcción colectiva y popular hacia una nueva Constitución para Chile, es ser mayor de 14 años.
Pese a que resulte indiscutible cuán sano y constructivo es para la democracia un proceso participativo del tipo- con todas sus deficiencias inclusive- desde el consejo político del frente opositor, Chile Vamos, conformado por representantes de la UDI, RN, Evópoli, el PRI e independientes cercanos al sector, resolvieron el pasado 10 de mayo no participar del Proceso Constituyente, puesto que éste “no cuenta con las garantías que permitan un proceso legítimo», según declaraciones de la presidenta del PRI, Alejandra Bravo; llamando a la abstención, considerándolo una burda manipulación.
Extraño llamado a la “abstención”, ya que muy lejos de “abrirse” del proceso constituyente -como podría conjeturarse- adoptando un rol pasivo, -y por ende destructivo en instancias donde es clave la participación y construcción ciudadana-, Chile Vamos redobló su apuesta de deslegitimación, presentando un documento que arenga a la posibilidad de un proceso paralelo, si un contra-proceso constituyente.
El pasado jueves 12 de mayo el conglomerado opositor dio a conocer ante el Congreso, un documento que incluye 80 propuestas centradas en ejes tales como: bases de la institucionalidad, derechos y los deberes fundamentales, descentralización, régimen político de gobierno y mecanismos de reforma a la Constitución, emanado de su propio círculo de allegados políticos. Señalan que la forma de modificar la Constitución es a través de las instituciones vigentes, no siendo partidarios de una asamblea constituyente, sino que la deliberación en el Congreso Nacional debe dar lugar a que, la reforma aprobada en el Parlamento sea luego sometida en su conjunto a un plebiscito nacional. Es decir, que la visión y contrapropuesta de Chile Vamos, va en sentido totalmente contrario a lo que el Gobierno de Michelle Bachelet busca priorizar durante el proceso vigente: la construcción colectiva e inclusiva desde abajo hacia arriba -y no al revés- como se propone desde la derecha.
Si bien, dicho documento denota evidenciar a priori ciertos aires progresistas- llegando a confundir, o mejor dicho a manipular, incluso- en el fondo, éste no deja de proponer reivindicaciones de alto calibre conservador, que no hacen más que aportar a la sustentabilidad del status quo, que favorece la permanencia de los pocos que tienen mucho.
Pero no todo es tan taxativo, mucho menos en política. Mientras las cúpulas partidarias derechistas y sus dirigentes emblemáticos, como Andrés Allamand, llaman a abstenerse del proceso constituyente, por su parte Felipe Kast, Jaime Bellolio y Manuel José Ossandón invitan, sin perjuicio de la crítica, a participar activamente en los cabildos ciudadanos, denotando la fragmentación que se profundiza en la derecha, evidenciando incluso discrepancias ideológicas profundas. Por ejemplo, Ossandón lo calificó como un “tremendo error político y una contradicción, ya que si Chile Vamos considera al proceso constituyente como ilegítimo qué sentido tiene dejar en libertad de acción- o mejor dicho de participación- a sus militantes. “Si fuesen consecuentes deberían prohibir la participación absolutamente, pero en el fondo eso sería un nuevo error político. Me impresiona la falta de sentido común y de olfato político que tienen” sostuvo el Senador Ossandón, quien alguna vez fue Alcalde de Pirque y de Puente Alto.
Pero más allá de las diversas posiciones que se adopten desde las cúpulas del poder político y partidario, que en reiteradas ocasiones terminan por persuadir a la ciudadanía; es justo y totalmente necesario dimensionar la importancia que implica participar y ser parte de un proceso histórico del tipo. Si bien es cierto que la sensación de crisis política y los sucesivos escándalos, públicos y privados, han defenestrado la credibilidad en las instituciones, expandiendo cierta anomia y desafección por lo político, bajo esa misma coyuntura, es que no deberíamos concebir ni siquiera como posibilidad, el hecho de eludir, obviar, y dejar ser parte -y por ende hacernos cargo-de un debate colectivo que apunta a los cimientos de nuestra vida política y democrática.
La cuestión constitucional trasciende a lo meramente normativo, más bien transversaliza la cotidianidad de tod@s quienes habitan un país.. Y en tal sentido, la oportunidad que hoy tienen chilen@s de participar de este proceso es histórico. La invitación a construir una nueva Constitución de forma democrática, basada en principios igualitarios, de justicia y libertad, está hecha, basta aceptarla nomas.