Oxígeno para el hidrógeno verde

El pasado 6 de octubre, las empresas HIF Chile y Enel Green Power Chile (EGP Chile) decidieron retirar del Sistema de Evaluación Ambiental el estudio del proyecto eólico Faro del Sur. Parte de la fundamentación se basa en que las observaciones de algunos organismos públicos en el proceso de evaluación de este parque eólico “sobrepasan el estándar habitual”, y agregan que “es necesario que las autoridades entreguen lineamientos claros a las empresas sobre las expectativas para el desarrollo regional, resguardando a las comunidades y al medioambiente”.

El proyecto eólico Faro del Sur, que se localizará en la Región de Magallanes, consiste en la instalación de 65 aerogeneradores de última generación, diseñados para una capacidad de 325 MW y una inversión de US$ 500 millones, además de una línea de transmisión subterránea de 33 KV y 12,1 kilómetros de longitud, que permitirá alimentar con energía renovable a la futura planta de hidrógeno verde que HIF espera desarrollar al norte de la zona industrial de Cabo Negro, en Punta Arenas.

Se proyecta a Chile al año 2040 como el mayor exportador de hidrógeno verde y líder en una apuesta global de reemplazo de los combustibles fósiles, descarbonización y lucha contra el cambio climático. Sin embargo, la base de esta proyección hoy requiere de oxígeno. Ello, porque a la fecha pareciera sustentarse mayormente en el bajísimo costo de producción que se ha calculado.

El problema de eso es que hoy los mercados también exigen que la competitividad sea un buen reflejo de la sostenibilidad de todo su proceso productivo. Sostenibilidad que en el caso del proyecto Faro del Sur ha sido calificada como débil por la Dirección Regional en Magallanes del Servicio de Evaluación Ambiental. Principalmente en la protección de poblaciones de aves, como el canquén colorado, potencialmente afectado por las aspas de los aerogeneradores que pueden intersectar sus hábitos de vuelo; eventuales alteraciones de los vestigios paleontológicos/arqueológicos de los primeros pueblos Aónikenk o Tehuelches; o el impacto sobre las zonas de humedales y flora endémica presentes.

Este llamado de atención se da en un contexto donde en 2021, durante el Gobierno de Sebastián Piñera, no solo se produce el mayor número de procedimientos sancionatorios (13) de los últimos 10 años contra la industria de la energía por parte de la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), sino que el sector energía se ubica también como la segunda industria con mayores multas por incumplimientos ambientales después de la minería –concentra el 13.8% con 12.959 UTA (ver SNIFA de SMA de 2022)–.

Por ello, al retirar el estudio y anunciar recientemente su reintegración al Sistema de Evaluación, los titulares del proyecto parecieran entender la relevancia para cualquier iniciativa productiva, y especialmente desde el sector energía, de entregar señales importantes en materia de cumplimiento socioambiental preventivo (compliance ambiental-reputacional). Cumplimiento que excede al cambio de ciclo político bajo el Gobierno actual. Hoy es un imperativo que, a nivel global y a propósito de la discusión del TPP11, es exigido por autoridades e inversionistas en los mercados más competitivos que pretendemos emular.

Pero tampoco se debe desconocer que, así como se exige a los privados avanzar a modelos y estándares de negocio sostenibles, también hay una demanda urgente hacia el Estado respecto de la claridad normativa e informativa con que establece dichos estándares. Especialmente en la superación de ciertas deficiencias a la hora de diseñar las líneas bases y una planificación del territorio que promuevan el desarrollo efectivo del hidrógeno verde y otras fuentes renovables. En ese sentido, el financiamiento e implementación de Planes Estratégicos de Energía en Regiones (PEER) con enfoque en hidrógeno verde y directrices socioambientales claras en el Presupuesto 2023, puede ser un primer paso en la tarea de desarrollar esta industria de manera firme, predecible y alejada de prácticas políticas y socioambientales añejas.

La apuesta nacional por consolidarse como un auténtico “faro del sur” en materia energética y darle oxígeno a la explotación del hidrógeno verde, solo podrá prosperar entonces bajo un modelo de desarrollo y cumplimiento ambiental preventivo más exhaustivo, acompañado de una institucionalidad ambiental regional y nacional más moderna, eficaz en el cumplimiento de sus objetivos y predecible de cara a los inversionistas.

Por Juan Cristóbal Portales y Víctor Venegas | 20 de octubre 2022

Publicado por El Mostrador 

 

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