Una serie de cambios se pretenden realizar a la actual -y ya restrictiva- Ley del Tabaco, para ajustarla a los estándares del Convenio Marco de la OMS, del que Chile ya es parte. Sin embargo, “Fumadores Furiosos”, movimiento ciudadano que lucha por cada metro cuadrado en el que puedan tirar humo, denuncia la severidad de las medidas que califican como antidemocráticas.
Si hoy día sentarse en una plaza a fumar es parte de lo cotidiano, en un tiempo más podría estar derechamente prohibido. Esta y otras son las intenciones de la moción presentada en el Congreso por la Comisión de Salud, que se ha encargado de endurecer la Ley 20.660, tratando de barrer con los fumadores y dejar libre de humo espacios que -según ciertos parlamentarios- lo necesitan.
Aunque suene raro, apenas transcurrido un año de la aplicación antitabaco que prohíbe fumar en casi todos lados, las limitaciones continúan. En un tiempo más aumentaría el impuesto al cigarrillo al menos en un 20%, sectores de la industria tabacalera se cerrarían debido al etiquetado genérico, así como áreas silvestres protegidas por el Estado y automóviles donde se transporten menores quedarían derechamente limitados para el consumo.
Los responsables de sacar ronchas a fumadores son los senadores Carolina Goic, Jacqueline Van Rysselberghe, Fulvio Rossi, Francisco Chahuán y Guido Guirardi, presidente de la Comisión, quien justificó las medidas extremas señalando que la ley vigente “flexibilizó ciertas exigencias originalmente planteadas y no alcanzó a regular todas las materias que exige el estándar internacional”.
En estos cinco parlamentarios recae la regulación de la propuesta que decidirá el estilo de vida del 41% de chilenos fumadores y ¡hay de quienes no respeten tales normas!, las multas serán por sobre las 2 UTM. Al plantear el tema como una advertencia contraria a la futura legislación no se trata de hacer un canto absurdo al cigarrillo, sino de respetar el derecho de todos a usar como venga en gana su espacio de autonomía.
Las demandas de “Fumadores Furiosos”, agrupación que reúne a los descontentos tabacaleros van en esta misma línea. Sienten que les han impuesto una moral fundamentalista y tiránica, cada vez más delirante, de la salud.
Hasta ahora el twitter @fuma_furiosos tiene más de 760 seguidores, indignados que se ven afligidos por ser renegados, como si fueran los culpables de un mal que hay que extinguir, un grupo de personas a las que sacan a escobazos de todas partes.
Uno de los integrantes de la agrupación, Luis Pérez asegura “que quede claro que nosotros no estamos en contra de la ley antitabaco, somos fumadores responsables. Es obvio que no vamos a fumar al lado de los niños en una plaza, tenemos criterio, pero sentimos que el actual proyecto es antidemocrático, debiera existir espacio para todos”.
Entrar a este nivel de detalle, “buscando la quinta pata al gato”, como define Pérez, son extremos que atentan contra las libertades personales. Debiéramos reflexionar un poco como lo hace el escritor Juan Constaín “cada quien que se rasque con sus propias penas, cada quien que cargue con su propio cenicero”.
Sin embargo, Sonia Covarrubias, coordinadora de Chile Sin Tabaco, explica que “con la propuesta se busca el tema del modelaje, cuando los niños ven fumando a su alrededor, ya sea en las casas o en los parques, estos imitan las actitudes de los adultos, por eso es muy importante la señal social”.
Ante este argumento, debiéramos confiar que el proyecto en cuestión enfatice en la educación a consumidores pasivos, principalmente chilenos entre 13 y 15 años, quienes encabezan las estadísticas de tabaquismo en América. De acuerdo a la Ley en vigencia este segmento estaba contemplado en un plan de formación en colegios, del que lamentablemente poco y nada se sabe.
Una vez aplicadas las normativas no solo habría que apuntar a su implementación sino también a la fiscalización, como por ejemplo de aquellos organismos encargados de cursar infracciones, tales como Seremis de Salud e inspectores municipales, que hasta ahora no se han preocupado de instruir adecuadamente sobre el tema.
Sabemos que el cigarrillo es nefasto para la salud, que fumar mata, perjudica la dentadura, da cáncer, trastornos del corazón, agudiza bronquitis y enfisema (enfermedades que no son contagiosas). Todo eso lo sabemos, pero también debemos reconocer que quienes fuman lo hacen porque les da un gran placer. Hay que parar la persecución y dejar a un lado la hazaña de querer “salvar a la fuerza” a adultos que escogieron libremente fumar.
Pongo en el tapete el caso emblemático de Francisco Gómez, alcalde de Beanoján (Málaga), fue grabado durante el pleno del ayuntamiento aspirando tranquilamente un cigarrillo y, ante los reproches de la oposición, no se le ocurrió otra cosa que ponerse a ladrar. Un acto de rebeldía, descontento, hastío que sirve de ejemplo para el resto de los fumadores, quienes como un símbolo, debieran empezar a ladrar cada vez que alguien quiera proteger sus pulmones sin autorización.