En 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado a subir el impuesto del tabaco para reducir su consumo y el número de muertes que éste provoca, generando mayores fondos para los sistemas de salud públicos.
Chile los subió sin protestar, posicionándose entre los 11 países con el impuesto más alto al tabaco, el que correspondería a un 82 %. Cabe mencionar, que solo 33 países en el mundo fijaron un impuesto que superó el 75 % del valor final de la cajetilla. Y como el chileno es pillo, vio en esta alza constante una oportunidad de negocios un poco… ilegal.
Según indicó British American Tobacco en 2015, Chile habría pasado de ser una de las naciones con menos niveles de negocio ilícito del Cono Sur, a encabezar la lista, quedando en tercer lugar, solo superado por Brasil y Uruguay. Esto a raíz de que, en un intervalo de 5 años, el comercio ilegal aumentó en más de un 386 %, superando el 11 % del mercado y con grandes expectativas de seguir creciendo.
Entonces ¿Cuáles serían los inconvenientes de comprar los puchitos en el mercado negro? ¡No sólo se traduce en cigarros más baratos para los fumadores! Como consecuencia de este mercadillo que se está explotando, el fisco está perdiendo enormes recursos, porque si ingresan al país cigarrillos con marcas ilícitas o sin aprobación para ser comercializados, quien los trae no paga impuestos por ellos, lo que se traduce en fraude. Además, sin los permisos sanitarios, estos puchos podrían ser un problema realmente grave para la salud, más de lo habitual. Y finalmente ¡Qué alguien piense en los niños! El comercio ilícito de cigarrillos se ha convertido en la principal fuente de acceso de tabaco para los menores de edad.
En síntesis, que los impuestos al cigarro suban y suban, hace que el mercado negro también lo haga y, por ende, que al Estado le salga el tiro por la culata, ya que al defraudar al fisco no se contribuye de ninguna forma a las medidas impulsadas por el gobierno para reactivar la economía y palear los gastos derivados de las enfermedades que provoca el cigarrillo.
Asimismo, que los menores tengan más acceso a comprar un pucho, es un atentado directo contra las políticas de salud pública y, de paso, a la Ley Antitabaco, que hace rato viene buscando prevenir el consumo en niños y adolescentes.
Entonces, ¿por qué nos dicen que sigue siendo mejor aumentar los impuestos y atacar los bolsillos? Según indicó el economista experto en temas de Salud, Guillermo Paraje, por ser Chile productor de tabaco, fabrica los cigarros a muy bajo costo, por lo que el impuesto ya excesivo que tiene, no es suficiente para lograr que el precio final del tabaco sea alto, es decir, más elevado que el ingreso de las personas.
Recapitulando, el salario de los fumadores sube más que los impuestos, por tanto, el cigarro sigue siendo asequible para la billetera de la gran mayoría de los chilenos. Sin embargo, como ya explicamos, esta constante alza se traduce en más y más mercado negro ¿Qué podemos hacer entonces?
Desde hace un tiempo que insistimos en dejar de lado las políticas prohibicionistas y de mala clase, como meterse con el chauchero. Eduquemos para progresar, generemos cultura y hagamos que la gente conozca las contraindicaciones del tabaco por algo más que una cajetilla cubierta en un cien por ciento con imágenes dignas para pasar el casting de El Juego del Miedo.
Tengan en cuenta que tan sólo hace un par de días (el 21 de febrero de este año) incautaron en San Antonio 700 cajas con cigarros importados, avaluados en más de $374 millones de pesos ¡Atraparon a uno!, pero ¿cuántos contrabandistas pasarán piola?