Hace unas semana se publicó un estudio de opinión pública encargado por Chile Libre de Tabaco, el que refleja cuán de acuerdo está la población con la implementación de la Ley 20.660, o más conocida como “Ley de Tabaco”. La verdad, es que en rigor este estudio entrega la opinión de 480 personas encuestadas bajo una metodología no representativa.
Ciertamente lo que primero llama la atención son las cifras sorprendentemente positivas sobre la aprobación de la gente encuestada en relación a la implementación de la Ley de Tabaco, siendo justamente un estudio encargado por la organización Chile Libre de Tabaco. Ésta, según su propia definición, “promueve los ambientes 100% libres de humo de tabaco, la prevención del tabaquismo y apoyo a las personas que quieren dejar de fumar”. Y es que si de insinuaciones se trata, la presentación del estudio, el que debiese suponer objetividad e imparcialidad, cierra con tres láminas que poco dejan a la imaginación sobre qué nos quiere “mostrar” esta institución.
Adicionalmente, llama la atención en la encuesta preguntas como: “¿Con cuál de estas afirmaciones está usted más de acuerdo? i) El Estado tiene que limitarse a informar los efectos del tabaco, pero no prohibirlo porque atenta contra la libertad personal. ii) El Estado tiene el deber de velar por la salud pública, y en la medida en que el tabaco es dañino, es su obligación poner restricciones a su consumo. iii) No sabe/no responde”. La verdad es que cuesta imaginar que alguien no esté de acuerdo con que es deber del Estado velar por la salud pública. Aún más cuando dentro de la pregunta se afirma explícitamente un hecho –“el tabaco es dañino”-, lo que dificulta más aún, desde la pregunta, que la respuesta sea contraria. Incluso contraponiendo las opciones que se dan, resulta más o menos previsible que los encuestados priorizarán la salud pública por sobre la libertad personal. Desde esa perspectiva, la connotación ética en el planteamiento es también bastante evidente.
Otro ejemplo de una pregunta mal planteada por la tendencia que pudiera generar en la respuesta es: “¿Cuán de acuerdo está usted con…? i) Es agradable estar sin humo de tabaco. ii) Producto de la ley de tabaco, los trabajadores de bares, pubs, restaurantes, casinos de juego y discotecas están protegidos de la exposición al humo de tabaco. iii) Las personas están respetando plenamente la nueva Ley de Tabaco. iv) Producto de la Ley de Tabaco, los fumadores han disminuido su consumo de cigarrillos”. Como supondrán, la opción “es agradable estar en lugares sin humo de tabaco”, recibe un 83,1% de respuestas positivas. Y la verdad es que resulta poco probable estar en desacuerdo con dicha afirmación, incluso antes de preguntarlo.
En suma, ejemplos como estos inducen claramente una respuesta: ésta resulta evidente a priori que se realice la pregunta.
Por otra parte, la ficha técnica describe un estudio de metodología cuantitativa mediante la aplicación de una encuesta intercept –por intercepción de encuestados- a 480 casos. Es una muestra no probabilística y estratificada por cuotas por sexo, edad, Nivel Socio Económico –NSE-, y fumador/no fumador. Esto significa, como dijimos inicialmente, que la muestra no es representativa ya que simplemente describe tendencias de la muestra encuestada, en tanto no probabilística ni aleatoria en sus etapas. Tampoco se explicita cuáles fueron los estratos identificados, a cuánto corresponden las cuotas establecidas, y tampoco si hubo reemplazos o no. Por otro lado, tampoco se está midiendo importancia sobre las variables a medir: un sujeto puede estar de acuerdo o no con cierto hecho, no obstante ese hecho para él puede ser totalmente irrelevante.
Metodológicamente, este puede ser considerado un buen estudio exploratorio. Sin embargo, no permite establecer conclusiones sobre el universo que busca representar, por lo que ya hemos descrito. Lo preocupante en este sentido, es que la organización que encarga el estudio hace justamente eso: presenta este estudio como representativo de la población de la Región Metropolitana, siendo que no representa más que la opinión de los 480 casos encuestados.
En resumen, en este tipo de temas indiscutiblemente sensibles para la sociedad –porque efectivamente tienen que ver con salud pública y libertades individuales- es necesario desarrollar estudios rigurosos y sin sesgos metodológicos ni teóricos. Más aún la difusión de sus resultados debe ser igualmente fidedigna y objetiva, particularmente si los datos que entregamos son favorables a las intenciones que tenemos. De otra forma, nobleza obliga a transmitirle la información a nuestra sociedad tal y como es, con rigurosidad conceptual y procedimental.