El salmón es una especie no nativa de nuestro país, lo que trae consigo un innegable impacto al ecosistema. Según señala el reportaje “La industria del salmón y sus consecuencias en la Patagonia”, los principales problemas ambientales documentados y asociados a esta industria son: la introducción de especies exóticas, el uso de jaulas de cultivo al ambiente natural, antibióticos, antiparasitarios y otras sustancias químicas.
Sin embargo, estos procesos cuentan con una regulación que limita este impacto ambiental. Según la Ley General de Pesca y Acuicultura (LGPA), las salmoneras tienen que cumplir con una serie de requisitos para poder operar en donde se establece “el marco legal para: importación de recursos hidrobiológicos, acceso a áreas para la acuicultura, concesiones, condiciones ambientales y sanitarias para su ejercicio, entre otras muchas medidas y condiciones”. Así mismo, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) lleva a cabo procedimientos de fiscalización para evitar las malas prácticas.
La Ley General de Pesca y Acuicultura fue modificada recientemente, en el año 2020, con la intención de mejorar los procesos ya establecidos y promover mayor rigurosidad con las empresas que realizan salmonicultura. Román Zelaya, subsecretario de Pesca y Acuicultura hasta enero de este año, señaló sobre las modificaciones de la ley: «Se trata de una normativa que venimos trabajando durante los dos últimos años y que, básicamente, comprende mejores y más exigentes estándares para el cultivo de los salmones en las jaulas, con el fin de prevenir hundimientos y escapes», destacando problemas que son parte del rubro y de las preocupaciones de los movimientos medioambientalistas. «Creemos que hemos cumplido con nuestro objetivo de generar mejores exigencias para el cultivo, mayor seguridad en el desarrollo de la actividad y mayor protección del medio ambiente, previniendo y evitando los hundimientos y escapes de los salmones, que son los episodios que, precisamente, queremos erradicar de la actividad», finalizó el Zelaya en ese momento.
Hoy en día, la industria del salmón en Chile ocupa el tercer lugar en las exportaciones del país, por lo que, con este nivel de producción, muchas comunidades aledañas a las zonas de crianza se sienten amenazadas por la presencia de estos corporativos. Sin embargo, el rubro presenta cifras de desempleo cercanas al 5%, cuando el resto del país bordea los dos dígitos, es decir, ha existido una estabilización del rubro en este periodo de pandemia que repercute en la vida económica de las familias vinculadas a este tipo de empresas. La asociación Salmón Chile señala que a partir de la industria se han creado más de 4 mil pequeñas y medianas empresas, generando 61.000 empleos indirectos, enfatizando que la salmonicultura ha sido un factor fundamental en la disminución de las brechas de desempleo en las regiones del sur de Chile.
La importancia de los organismos reguladores se hace imprescindible en este escenario, para que las comunidades y las salmoneras conciban un desarrollo local basado en el respeto al medio ambiente, especialmente cuando, como se mencionó anteriormente, la industria del salmón en Chile ocupa el tercer lugar en las exportaciones del país, después de las exportaciones mineras y las silvoagropecuarias, según señala el informe mensual de comercio exterior, emitido por la Subsecretaria de relaciones Económicas internacionales, registrando 2.229 US$, un 1,8% más que en el mismo periodo del 2020.
Por lo anterior, el programa Salmón más sustentable de Corfo tiene como objetivo “fortalecer la oferta de productos y servicios innovadores a la salmonicultura nacional y mundial a través de la focalización e identificación de oportunidades de diversificación y sofisticación del sector proveedor como base de la sustentabilidad de la industria y su proyección internacional”, esto con la intención de reactivar la economía de La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, entregando más oportunidades de crecimiento a las regiones en base a la tecnología y sustentabilidad de este sector económico.
La importancia de esto último radica en que Chile es el segundo país productor de salmones a nivel mundial y desde hace 40 años lleva adelante esta actividad, por lo que hay que repensar el modelo de negocio tanto para cumplir con las normas vigentes como para involucrar a las comunidades y familias que dependen de este rubro, considerando también las repercusiones medioambientales, para construir un desarrollo ecológicamente sustentable y socialmente responsable.
¿Qué opinas sobre la salmonicultura? ¿Piensas que las salmoneras son un aporte para el sur de Chile?