Cuando nos referimos a polémicas sociales que han marcado la historia de nuestro país, es necesario mencionar la crisis que sufre actualmente la Iglesia Católica chilena. Las constantes denuncias, declaraciones y entrevistas a las víctimas, han contribuido a crear una matriz de opinión nada favorable para el catolicismo.
La noche del martes 26 de junio pudimos apreciar, a través de las pantallas de la señal pública de TVN, un reportaje del programa Informe Especial denominado “Abusos, sotanas y encubrimientos”; un título que lo dice todo y que invita a los televidentes a no perderse ni un segundo de los relatos que allí se presentarán, eso sí, con supremo conocimiento de la rudeza de los mismos.
Luego de las denuncias contra el ex sacerdote Fernando Karadima, el número de casos públicos de abuso sexual y violaciones cometidas a menores, ha ido en crecimiento. Según los últimos datos, existen por lo menos 80 religiosos chilenos: 4 obispos, 66 sacerdotes, 1 diácono, 2 consagrados y 6 hermanos maristas, quienes se han visto envueltos en el escándalo de abuso perpetrado a menores durante las últimas décadas.
Los constantes reportajes televisivos e impresos, el cubrimiento de prensa nacional e internacional y la participación de ONGs que investigan estos tipos de casos, han destapado la mafia que existe dentro de la Iglesia con respecto al rol de los altos representantes del catolicismo chileno en la denuncia de los mismos.
Sumado a lo anteriormente descrito, las plataformas de redes sociales han jugado un papel fundamental al momento de medir el impacto de hechos noticiosos de estas características. Cada vez que sale a la luz un nuevo trabajo informativo o de investigación sobre los abusos perpetrados en el interior de la Iglesia, la sociedad estalla mediante una cúpula de mansajes de ira que dan muestra del desacuerdo y la afección que actualmente sienten los chilenos hacia lo religioso.
¿Qué pasaría si no existieran las actuales plataformas? ¿Seguiríamos ciegos ante hechos tan deplorables? La sociedad se ha vuelto más crítica y el libre pensamiento, más que un derecho, se ha convertido en un deber en nuestros tiempos.
Los medios de comunicación masiva y las redes sociales son las herramientas que utiliza nuestra comunidad global no solo para dar su opinión, sino para penar cada hecho que consideren que merece todo el castigo de la ley, de la sociedad y hasta de Dios.