Parece que la reciente visita del Papa Francisco a Chile no hizo más que avivar la discusión sobre los abusos sexuales perpetrados durante décadas por representantes de la Iglesia Católica a niños y jóvenes chilenos; un hecho que contribuye a seguir segregando la imagen de la institución en el país y a remover las heridas de las víctimas de dichos actos protagonizados por religiosos.
¿Sabías que durante los últimos 15 años se han realizado alrededor de 80 denuncias relacionadas a delitos de connotación sexual? Entre ellos, el caso Karadima y el de los Hermanos Maristas se han robado la atención debido a la rudeza de los testimonios. Hace unos días, voceros de la Congregación Marista admitieron el encubrimiento de las acusaciones contra los pederastas y lamentaron los errores ocurridos en el pasado.
La Congregación de los Hermanos Maristas es un instituto religioso que forma parte de la Familia Maristas, fundado en Francia en 1817, y que llegó a Chile en 1911. Actualmente, existen 12 colegios en el país, 5 subvencionados y 7 pagados. Una de las características que posee esta asociación es que sus miembros no son clérigos (persona que se incorpora al orden sacerdotal al menos en el grado de diaconado) y no es necesario que tengan aspiraciones al sacerdocio.
El Instituto Alonso de Ercilla de Santiago es uno de los colegios que se ha visto señalado por las acusaciones, que van desde tocamientos a violaciones, las cuales fueron ocurridas durante las décadas de los setentas y ochentas. Además de estos delitos, las víctimas indican que hubo encubrimiento y apuntan a realizar una demanda por asociación ilícita contra quienes resulten implicados.
¿Cuál es la posición del Vaticano? Pensamos que con el viaje apostólico que realizó el Papa Francisco al país, se esclarecería esa duda, pero lo que ocurrió fue todo lo contrario. Y es que la defensa del Pontífice al Obispo Barros – señalado como encubridor de los abusos del ex párroco de El Bosque – no fue bien vista por quienes admiten haber sufrido dichas violaciones y por la sociedad en general. Este lunes, Jorge Mario Bergoglio pidió perdón por las declaraciones realizadas que insistían en la inocencia de Barros.
Cuando una persona común y corriente es acusada de abuso sexual, las organizaciones judiciales trabajan con el objetivo de castigar al perpetrador tal y como lo indica la ley. Cuando un religioso comete el mismo delito, la percepción es que Iglesia trabaja con el fin de ocultar dichos actos, enterrando toda probabilidad de esclarecimiento y culpabilidad.
Si un país ve disminuida su afección hacia una entidad que por muchos años fue admirada y respetada, quiere decir que las cosas no se están haciendo bien. El error de una persona no tiene por qué representar el comportamiento de toda una institución, pero cuando la misma intenta encubrir a los perpetradores, el pecado pasa a ser de todos.