Chile: la pandemia, el autocuidado y el necesario relajo

El 27 de septiembre de 2021, Sebastián Piñera, anunció que el día 30 del mismo mes, se pondría fin a la vigencia del Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe, una decisión que terminaba con 18 meses de restricciones y en donde la consigna del control y dotación de herramientas en pos del manejo de la población fue el leitmotiv de su implementación, en palabras de Piñera, la medida, «permitió la colaboración de las Fuerzas Armadas en el control y fiscalización de las medidas de excepción que como gobierno debimos adoptar».

El concepto “fatiga pandémica”, según la OMS, alude al agotamiento físico y mental por parte de la población que resiente las decisiones gubernamentales y no gubernamentales tendientes a mitigar los efectos de la COVID19, destacándose el uso de mascarillas, distanciamiento físico y las cuarentenas. A medida que la pandemia se fue desenvolviendo, diversas soluciones se fueron creando para evitar la fatiga, ello porque entre la población se iba transformando en un problema cada vez más recurrente y cuyos síntomas iban desde el cansancio, la irritabilidad, tensiones musculares, alteraciones en el apetito, entre otras.

En sí, las fórmulas propuestas por los profesionales de la salud para evitar estas complicaciones fueron desde tener espacios de ocio, descanso de la rutina, actividad física, e inclusive, estar en contacto con la naturaleza.

Hoy, ya en 2022, es posible ver con más frecuencia el relajamiento a las medidas de restricción impuestas en la ciudadanía. No hay una generalidad de personas sin usar mascarillas, pero si se compara con meses pasados, puede verse en las vías públicas a muchos que definitivamente ya no las usan, asimismo, el uso del alcohol gel es cada vez más resistido y la explicación dada es que su continua aplicación trae más perjuicios que beneficios.

El relajo de la gente hacia las medidas no solo es un fenómeno que ocurre en Chile, países como Dinamarca y Noruega declararon el fin de la pandemia a inicios de febrero y otros como España y Francia también han decidido bajar la intensidad de las limitaciones con el objetivo de otorgar mayores libertades a una población agotada y sumida en una crisis económica que insta al movimiento sin excesivas cláusulas. Claramente, en la comparación hay una trampa, esto porque la laxitud en el trato de estos países con respecto a Chile proviene desde sus propias administraciones, es decir, se alienta a la tranquilidad desde los propios gobiernos, pero existe una explicación para este nexo.

Chile se encuentra en un momento más que complejo, con promedios de contagios que se alzan sobre los 30.000 y con una variante (Ómicron), que se halla más presente que nunca. La “nueva normalidad”, exige respuestas a esta y otras problemáticas: por ejemplo, según la última encuesta CRITERIA, el 65.5% de la ciudadanía piensa que todos los habitantes deberían cumplir el esquema de vacunación, a su vez, resoluciones como Cuarentena total son apoyadas por un 44.6%, la eliminación del pase de movilidad para quienes no se pongan la dosis de refuerzo es apoyada por un 62.5% y la limitación de los viajes interregionales alcanza a tener un 50% de respaldo.

Con todos estos datos sobre la mesa solo queda uno por citar, el 54.8% de la población piensa que lo peor de la pandemia en Chile ya pasó, mientras que el 45.2% cree que lo peor está por venir.

Estos números no son finales, claro está, pero se enfilan hacia un punto en común: el relajo de las medidas en un entorno seguro, una fórmula que por lo demás, el Gobierno ha tratado de cumplir, sobre todo desde la dictación del nuevo plan Paso a Paso que comenzó a regir desde el 1 de octubre de 2021.

El futuro se avecina insospechado, los científicos han puesto sobre la mesa soluciones como vacunas y planes de recuperación física y mental, en un esfuerzo encomiable, y que en tiempo récord han salvado millones de vidas. Asimismo, también han prevenido a la población sobre posibles futuras variantes y el error que supone ignorar excesivamente las medidas básicas de autocuidado.

La señal es clara, cuidarse es un acto de responsabilidad que llevará, más temprano que tarde, al fin de las restricciones, en resumidas cuentas, si se desea un futuro con mayores libertades y seguridades, seguir las reglas que los profesionales dictan es la solución más práctica y elemental.

¿Qué opinas al respecto? ¿Consideras un exceso la limitación de movimiento y el uso de artículos que evitan el contagio por COVID o crees que son medidas justas? ¡Te leemos!

Fuentes:

MINSAL

Universidad de Chile

La Tercera

 

 

 

 

 

 

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