A un año de entrada en vigencia de la Ley de Antidiscriminación, popularmente conocida como “Ley Zamudio”, nuestro país presenta avances de integración de las minorías, pero al mismo existen muchas tareas pendientes.
Recientemente un candidato a diputado, reconoce públicamente su condición sexual diferente y es ovacionado por miles de personas del ámbito político y civil. Pero una golondrina no hace invierno, dado que aún existen múltiples casos de violencia y discriminación debido a la condición sexual de las personas.
De igual modo, siguen existiendo muestras de fobia hacia los sujetos por su nacionalidad, religión, sexo y condición sexual. Los medios de comunicación contribuyen en algunos casos de forma positiva y en otros de forma negativa, a establecer el tema de la discriminación como tema de conversación desde una perspectiva valórica. Sin embargo, lo que es necesario para generar un cambio real en la mentalidad e idiosincrasia de los ciudadanos, es que el valor fundamental de la convivencia humana sea el respeto, sí el respeto por el prójimo, el respeto por la diferencia en las ideologías, el respeto por la especie humana, valorando a los individuos por aquello que compartimos como integrantes de una gran comunidad.
La aspiración de ser una sociedad integradora es tarea de todos, es sabido que los niños aprenden del ejemplo de sus referentes familiares, por ello es necesario ser cautelosos en aquello que ofrecemos como discurso a las nuevas generaciones, enseñar a respetar a los demás y sus opiniones es el inicio de la formación de individuos tolerantes y seguros de que cada uno es libre de pensar y ser lo que desee para su vida.
Finalmente, en el camino hacia la integración y el respeto por los grupos minoritarios que componen nuestra sociedad, es indispensable saber y promover que los seres humanos tenemos un aspecto que iguala a cada ser en la faz de la tierra, son nuestros derechos, de ahí la importancia de crear conciencia de ellos, un niño informado de sus derechos, será un adulto consciente que debe velar por el respeto de ellos y saber también que su propios derechos y libertades terminan cuando empiezan los derechos y libertades de un otro.