“El estado tiene una deuda con las personas que conviven, sobre todo con las del mismo sexo” (Patricio Walker, CNN, 10 de abril) La cita suena sensata y coherente, incluso progresista y ajusticiadora, pero resulta mucho más interesante viniendo de un senador que fue protagonista del huracán político que provocó la salida del Ministro Beyer.
Suena interesante porque, cuando todas las miradas concertacionistas apuntaron a él con recelo, en su labor de parlamentario demuestra consecuencia y proactividad sobre un tema de candente interés ciudadano. ¿Será que el senador, de verdad atiende más a las masas y sus necesidades, que a los intereses políticos de su partido? Para pensarlo.
Sin ofrecer una prenda de vestir al señor Walker, y sólo como dato para la causa que nos convoca; lo mencionamos porque él fue quien propuso prioridad al Acuerdo de Vida en Pareja cuando el ejecutivo no daba señales de abordarlo aún siendo parte de su programa.
Y para llegar donde estamos ahora, con el AVP en la puerta del horno, hubo que realizar incontables audiencias ciudadanas. Durante el último año y medio se vivió un proceso en el que participaron profesores de derecho civil, la Iglesia, el Movilh, y la Fundación Iguales. Ramillete variopinto ¿Pero qué pasó antes? ¿Qué tuvo que ocurrir antes? Pasó que las masas hablaron, y se hicieron cargo de sus temas.
Amor amor… ¿Dónde oí esa palabra Antes?
«El liberalismo -conviene hoy recordarlo- es la suprema generosidad: es el derecho que la mayoría otorga a la minoría y es, por lo tanto, el más noble grito que ha sonado en el planeta». (“La Rebelión de Las Masas”, José Ortega y Gasset, 1930).
Mucho antes de que las palabras #Lucro, #Educación y #Marcha, fueran trending topics y comentario mil veces compartido en redes sociales; sólo existía el “de boca en boca”, el “meeting” y el sentir colectivo como chispa de las revueltas. Grupos humanos como la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos o los deudores habitacionales de ANDHA, se organizaban y juntaban en las calles, sin smartphone, sin notebook. Sólo amor por la justicia. Amor por el derecho a una vivienda digna.
Mucho antes de que se proclamen leyes para regular la vida en sociedad; están el hábito y la costumbre, o el disgusto y la indignación frente una injusticia. Todo justificado, por cierto, en ese impulso natural de vida que lleva al ser humano a evolucionar y elegir la vida que quiere llevar. El malestar ciudadano y el amor por los ideales, son y han sido siempre, motor de cambios sociales.
Este es el caso Amor de Papá, grupo de hombres separados de sus esposas, pero organizados por una legislación que respete el derecho de ver a sus hijos. Quieren amar a sus hijos y la ley se los impide. Por lo mismo ellos elijen amar. Su caso pertenece a la era de la información, donde las ideas tomaron cuerpo, se hicieron masa, tendencia y tweet retwiteado.
Su lucha es permanente con la lógica machista del SERNAM, y su Ministra. Ahí están ellos en el eterno gallito; sumando fuerzas ciudadanas y apoyo de personalidades influyentes. Pero el estado les cierra el camino. ¡Eligen amar, y se los prohíben!
Ortega y Gasset se lo preguntó en La Rebelión de las Masas; «¿Cómo no temer que bajo el imperio de las masas se encargue el Estado de aplastar la independencia del individuo, del grupo, y angostar así definitivamente el porvenir?».