Entre tantas leyes, promulgaciones, discusiones y la visita del máximo representante religioso al país, se cuela un tema que tiene años de discusión y que no escapa de polémica. Se trata de las nuevas medidas aprobadas por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados y que intentan reformar las actividades relacionadas al consumo y venta de tabaco.
Cuando se trabaja en pro de los beneficios de la comunidad, se deben tomar en cuenta todos los sectores de la misma, porque si al implementar leyes solo benefician a fracciones minoritarias, se produce desconformidad entre las personas y las discusiones sobre estas normativas no cesarán, ya que nadie estará satisfecho.
Entre una de las medidas más polémicas a las que se enfrentan las comercializadores de tabaco, se encuentra el empaquetado genérico, el cual va a estar determinado por el mismo Ministerio de Salud. Nos preguntamos, ¿actualmente no existe una ley de etiquetados que determina la composición del producto que se va a consumir?
El popular “ALTO EN” se verá reemplazado por textos de advertencias sobre los daños a la salud que provoca el cigarro. La Ley de Etiquetados fue desarrollada para restringir la venta de ciertos productos y alimentos a los menores, y ahora, se pretende implementar el empaque plano con el mismo objetivo, cuando está muy claramente establecido en la ley que la venta de cigarros a menores está completamente prohibida.
Por otro lado, la medida que elimina la cajetilla de 10 cigarrillos atenta contra el derecho de los consumidores a elegir la presentación y la cantidad del producto que desean consumir, volviéndose algo contradictoria, ya que al suprimir esta presentación del mercado, las personas se verán obligadas a adquirir la cajetilla de 20 unidades o, en el peor de los casos, acudir al mercado ilegal, lo que puede traer como consecuencia un mayor consumo de tabaco y descontrol en la compra y venta de los mismos. ¿No se supone que se busca la disminuir la prevalencia del tabaquismo?
Parece que el Estado no cree que los chilenos seamos lo suficientemente inteligentes como para decidir sobre nuestros patrones de conducta y consumo. Yo elijo, tú eliges, pero realmente, ¿podemos elegir?