Como consta en diversos medios de circulación nacional, Patricio Marre Ávila, de 45 años, rompió una botella, y la usó contra su novia Carol Mora Álvarez, arrancándole pedazos de piel de su rostro. No contento con el ataque, Marre golpeó a Mora con otra botella, al punto de dejarla inconsciente unos 45 minutos. Perpetrado el delito, el agresor se suicidó.
A raíz de la noticia que conocimos el pasado 23 de junio, desde Quiero Elegir expresamos nuestro apoyo irrestricto hacia quienes sufren de violencia intrafamiliar. En particular, este caso sirve para ejemplificar los alcances que tiene la concepción de creer que las mujeres son objetos “que se poseen”. Así, al menos, fue en el pensamiento de Patricio Marre Ávila, un agresor que actuó con total impunidad contra una mujer que había decidido terminar con su relación tras un mes juntos. De este caso podemos extraer diversos ejemplos de lo que queremos instalar en el centro de la discusión.
Casos como el de Carol, (quien por fortuna no falleció, pero sí ha quedado con secuelas tanto físicas como psicológicas) nos hacen recordar con más fuerza a las 15 mujeres que han dejado de existir, sólo en lo que llevamos de 2016, en manos de sus parejas y exparejas, no existiendo justicia en lo posterior, ya que muchas veces los autores de los delitos se suicidan o son condenados por penas irrisorias si tomamos en cuenta que han arrebatado la vida a madres, hermanas e hijas.
De todos modos, matar no es la única expresión de violencia que vemos a nuestro alrededor. Conocido es el caso de Nabila Rifo, quien – al igual que Carol – no falleció, pero sí quedó con un daño irreparable en su sentido de la vista y en su vida en general. Pese a las denuncias y a que cercanos tenían conocimiento de las constantes agresiones y asedio, nadie fue capaz de hacer algo por ellas. Aquí queremos ser firmes: no queremos más muertes que lamentar. El hashtag que han levantado miles de personas es #NiUnaMenos, y hacemos eco de este grito desesperado de la ciudadanía.
Aún cuando Carol tuvo el coraje de poner un freno a la relación, su convicción de que no había razón para que la maltrataran no fue suficiente para detener el accionar agresivo de Patricio. Esto lo decimos a propósito de que se cuestiona, en múltiples ocasiones, el “por qué se aguanta” una situación de violencia. Mujeres como Carol no aguantaron, pero otras sí lo hicieron por temor a represalias con sus hijos, al ver la indiferencia de sus vecinos y al presenciar el nulo poder de las policías e instituciones para resguardar su seguridad como debería hacer cualquier país que se precie de garante de las libertades individuales.
Si bien es cierto que nos mueve la causa de ser capaces de elegir, para ello hacen falta garantías mínimas por parte del Estado. ¿Qué clase de elección podría haber hecho Carol, quien se encuentra internada en un recinto asistencial, si su ex pareja la asedió en todo momento? Es allí donde nos preguntamos dónde están las instituciones que, por un lado, restringen nuestras libertades de decidir pero, por otro, no nos amparan cuando más lo necesitamos. Es tiempo de un cambio.