El pasado martes 7 de enero se aprobó en la sala del Senado la idea de legislar el proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja. El resultado arrojó el voto a favor de 28 senadores, 6 votos en contra y 2 abstenciones:
Este espacio, concebido como un Observatorio de Libertades Civiles, tiene como objetivo no sólo informar, reflexionar y debatir sobre las distintas temáticas ligadas a estos derechos, sino además se planteó el desafío de hacer un seguimiento de las posturas en estos temas de los candidatos al congreso. Si bien aún no se constituye el nuevo cuerpo legislativo, ya hemos comenzado nuestro trabajo de seguir las votaciones en materias de derechos civiles de los parlamentarios en ejercicio.
En este ánimo, la votación sobre la idea de legislar el proyecto que regula la situación legal sucesoria de parejas que conviven, es un approach a lo que será nuestro seguimiento a las futuras votaciones claves en estas materias.
Lo del AVP ha sido realmente un triatlón. Ha pasado por un sin número de pruebas de alta exigencia, desvanecimientos y retrasos. A partir de esto lo del 7 de enero se siente como un triunfo, pero un triunfo a medias. Ya planteamos nuestro escepticismo respecto a que tan firme iba el paso de la aprobación de este proyecto bis a bis la evolución en la mentalidad de las personas frente a este tema en particular. La pregunta es si lo sucedido en el Senado ese día se puede tomar como una proyección en nuestros representantes de esa evolución.
El aprobarse la idea de legislar no es más que eso. Menos tampoco. El punto es que nuestra legislación respecto a este tema está sumamente atrasada, particularmente comparada a otros países de nuestra región como Brasil, Uruguay o Argentina.
Tener a parlamentarios como Espina, Larraín Fernández o Jaime Orpis, votando a favor de este proyecto no es raro. En Chile existen más de dos millones de personas que están unidas de hecho y que por distintas razones no han contraído matrimonio. Éstas tienen el derecho a regular su estado bajo algún estatuto que no implique incurrir en el sagrado vínculo. Esto es lo que entienden estos Senadores que han decidido al menos disponerse a discutir el tema.
Eso es lo complejo. Al 20 de enero se decretó el plazo para presentar indicaciones al proyecto para que luego pase a la Cámara de Diputados, y la tramitación sigue. No sabiendo cómo va a salir, y manteniendo nuestro escepticismo –hay que pensar lo peor, así, si se aprueba sea doble felicidad, y si se rechaza que no sea tan decepcionante- respecto a su aprobación, lo más paradójico es que como sociedad, según estudios de opinión, estamos bastante más avanzados en nuestra concepción de libertades civiles que nuestros representantes.