El 21 de diciembre recién pasado comenzó oficialmente el verano, y habiendo terminado la vorágine de consumismo, se abre paso una época bastante más relajada y distendida. Es la época de planificar vacaciones, viajes y panoramas. Sin embargo, esto puede terminar siendo igualmente estresante y decepcionante.
En esta fecha, a lo largo y ancho de nuestro país, se abre una serie de ofertas de entretenimiento, como balnearios, cine, teatro, exposiciones, etc. Pero al igual, o peor, que para los bienes elementales, los niveles de segmentación y concentración impiden un acceso igualitario a ellos. Esto redunda en la nula libertad de elegir de quienes quieren acceder a dichos espacios. El punto es que no estamos hablando de lo que los economistas llaman ‘bienes de lujo’, sino de temas tan esenciales para una sociedad como la cultura.
“La economía pasó de ser industrial a una economía del conocimiento, por lo cual la forma de medirla debe pasar de la cuantificación de la riqueza material a la cualificación del impacto en cultura”. Estas son las gráficas palabras del economista holandés Arjo Klamer, quien fue invitado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a exponer en la VI Cumbre de las Artes y la Cultura. Y justamente a ello nos referimos: el modelo de desarrollo de nuestro país debe tender a acortar las brechas de desigualdad en los elementos básicos de la vida de las personas, la cultura es uno de ellos.
Si bien destacamos positivamente el esfuerzo que realiza el CNCA en acercar la cultura a los ciudadanos, el Estado de Chile debe aumentar sus esfuerzos para que este bien no esté reservado para unos pocos. En verano la parrilla de oferta aumenta y algunas se liberan en sus valores, pero la cultura es necesaria todo el año. Siempre.
Sabidos y medidos son los niveles de desigualdad en Chile. La concentración del acceso a bienes básicos en nuestro país es vergonzosa. Esto se manifiesta, por supuesto, también en el acceso a espacios y servicios de esparcimiento y ocio. Los ciudadanos, todos, necesitan tener libertad de elegir a qué espacios culturales asistir cuantas veces quieran. Éste podría incluso considerarse un punto de partida en la batalla contra la inequidad y la falta de espacios de libre acceso que tiene nuestra sociedad. El modelo de desarrollo es fundamental.
Finalmente los invitamos a leer esta nota en El Mostrador referida al planteamiento de Klamer.