El pasado 27 de enero mientras Peter Tomka, Presidente de la Corte Internacional de Justicia, leía el fallo del diferendo marítimo entre Chile y Perú en La Haya, el Diario La Nación de Chile era violentamente desalojado por Carabineros. La razón: tras 97 años de historia pública, el medio de comunicación era vendido en su totalidad a Novoa y Compañía Limitada en 320 millones de pesos, y ocho funcionarios que aún permanecían en sus dependencias se negaban a salir de él.
Cabe recordar que el año 2010 el medio de comunicación fue cerrado en su versión papel, lo que implicó una reducción de 140 periodistas a sólo 23 para lo que sería la versión digital en la que quedaría. Además de ello, fueron enajenados la imprenta puerto madero, ligada al diario, y el histórico edificio ubicado en calle Agustinas, siendo éste adquirido por Bienes Nacionales quedando en propiedad total del Estado. Finalmente, el 69% de la propiedad que éste aún poseía de La Nación como “unidad de negocios” fue vendido.
La discusión interesante en este caso, y que es la que finalmente causa el revuelo, es si el Estado debe tener un medio escrito de su entera propiedad. Para ello es necesario plantear varias preguntas: ¿un medio estatal garantiza que su rol y actuar concreto sea de carácter público? ¿un medio estatal ayuda a diversificar realmente la oferta de medios y, finalmente, a “combatir” la concentración de éstos? ¿cómo se puede garantizar que un medio estatal no sea utilizado por los intereses del gobierno de turno? Y finalmente, ¿un medio estatal garantiza que en él efectivamente exista pluralismo en la información que se entrega, y que sean representados todos los sectores de nuestra sociedad?
Lamentablemente el debate se esgrime desde puntos bastantes ideológicos y no necesariamente pensando en que una democracia sana requiere de libertad de prensa, de medios, y que éstos sean lo más transversales, plurales y amplios posibles. La cantidad y calidad de la información es vital, y será mucho más exigida por esta sociedad cada vez más empoderada y demandante.
Finalmente, también resulta lamentable que este debate sea bastante invisible a la ciudadanía y que además se presente ex post siendo que debiese constantemente plantearse como un tema fundamental y de ser tratado con la mayor altura de miras posible y el menor sesgo ideológico viable.