Principios morales v/s principios activos: peras con manzanas
Desde el 5 de enero de 2013 el consumo, cultivo y procesamiento de marihuana, a nivel minorista y para uso personal, es completamente legal en Washington y Colorado, EEUU. Si bien no es posible fumar en público (al igual que beber alcohol) despenalizar y regular la posesión de la hierba, en este contexto, se sustenta en un principio esencial para nosotros; el libre albedrío y el respeto por la adultez de mayores de 21 años.
En un artículo anterior planteamos la disyuntiva entre lo farmacológico y lo jurídico. Dónde poner el foco de la discusión. Pues bien, nuestro énfasis siempre va en la fuerza ciudadana, su libertades y sus derechos, pero en este caso es necesario ir más al detalle de un tema; El THC, tetrahidrocannabinol (marihuana) como principio activo de la planta Cannabis Sativa, y clave en el juicio valórico que despierta la controversia.
El principio activo, presente en todas las drogas, varía según la clasificación de estas. Pueden ser alucinógenas, psicodélicas, anestésicas o antidepresivas, entre otras. Cada una para un uso médico específico (vale la pena decir que el uso médico es legal y tiene fines terapéuticos o paliativos). En este sentido, los derivados del cannabis clasifican como drogas analgésicas, es decir se utilizan para reducir o inhibir el dolor.
Químicamente hablando, provoca euforia, relajación, placer, amnesia, intensificación sensorial y bienestar general. Su daño está sujeto a debate por cuanto depende del método de ingesta; inhalación por quema, o, inhalación por vaporización. Así mismo, si se le compara con el alcohol (una droga lícita y sumamente perniciosa al igual que la nicotina del tabaco) su nivel de mortalidad es 0, mientras que las otros dos cobran, aproximadamente, 7 millones de vidas al año.
Lo valórico como piedra de tope de lo individual
¿Por qué se habla de la marihuana como una droga dañina? No sólo de vagos, viciosos y marginados vive la cannabis. Ellos la desprestigian. La han rebajado al status de “un mal social” cuando hay infinidad de seres humanos brillantes y exitosos, que se reconocen fumadores habituales o esporádicos. El tema no es ese, el tema es ¿por qué se intenta controlar la vida privada de las personas?
La misión del estado es procurar la calidad de vida de las personas, resguardar su salud, implementar políticas de bienestar social. Perfecto. El punto es que aquí se aducen motivos de salud y bienestar dentro de “las buenas costumbres”, dentro de lo decente, algo que, inevitablemente, incluye un tinte moralista o tal vez miedo a los estados de euforia y placer que provee la hierba. Típica conducta autoritaria con origen en el miedo a la libertad.
¿Por qué la prohíben, entonces? Porque es adictiva y no queremos vicios en nuestra sociedad. Porque no refleja un buen vivir, porque es de roto ir desenfrenado por la vida experimentando estados alterados de conciencia. Hay que ser compuestitos y sanitos. No ingresar sustancias que alteren el normal y natural funcionamiento del organismo.
La moral doble estándar del estado es irrisoria. Basta mirar la propaganda del alcohol y la cantidad de botillerías que abundan en Santiago, Chile y en todo el mundo.
La diferencia entre una droga dura y una droga blanda es que la droga dura causa adicción y/o una dependencia tanto física como psíquica, mientras que una droga blanda solamente causa una sola adicción y/o dependencia, la cual puede ser a nivel solo psíquico, o solo físico. En estas últimas se encuentra la marihuana.
En su origen esta distinción pretendió servir para distinguir las drogas altamente adictivas que comportan serios daños a la salud (duras), de las poco adictivas, que no presentan un riesgo grave para quien las consume (blandas). A pesar de ello esta distinción es aún empleada tanto en el discurso oficial como en el habla informal.
Ayahuasca en sociedad: Sabiduría e ignorancia
Por estos días en Chile se juzga el uso ceremonial de la Ayahuasca, una hierba (más bien una liana) conocida como “la abuelita” entre quienes la han vivido de cerca. Los medios de comunicación satanizan su efecto alucinógeno aprovechando el caso de una secta que sacrificó un bebé, y que reconoce su uso en rituales místicos.
Se le denosta como vehículo inductor de estados alterados de conciencia pero se desconoce su real efecto y su estatus de “planta de la sabiduría”, entre los chamanes. Sin considerar los propósitos con que se le ingiere. Ésta es una crítica a los medios y su vulgar fascinación por explotar temas desde su ignorancia más flagrante.
Si bien se remonta a culturas milenarias de Centroamérica, la ayahuasca está en proceso de estudio para la ciencia occidental, sobre su utilidad en ciertos usos terapéuticos y de autoconocimiento. Farmacólogos, psicólogos y psiquiatras de todo el mundo la investigan como herramienta para diversos problemas, como ayudar a los sujetos a romper con los procesos y hábitos dañinos para sí mismos y para otros. De hecho su uso en tratamientos de desintoxicación y adicciones es un hecho en países como Brasil y Perú configurándose como uno de los tratamientos prioritarios para la adicción a fármacos.
En ramas de psiquiatría y psicología transpersonal, se utiliza en el tratamiento de la depresión y la ansiedad, como también en los problemas de personalidad y la esquizofrenia.