Mientras la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados discute sobre el proyecto de reforma tributaria, cientos de chilenos destapan una bebida azucarada que refrescará, quizás, por última vez un almuerzo familiar. Aunque no solo este producto se encuentra en debate, son aquellos de ingesta cotidiana los que afectarán a diario el bolsillo de los chilenos.
Reducir proporcionalmente en todos los tramos la carga tributaria, no solo para aquellos que perciben más ingresos, es el primer llamado de atención sobre los denominados “impuestos correctivos” que incluyen un alza de precio a las ya mencionadas gaseosas no alcohólicas con azúcar, como también a las alcohólicas que aumentarán aproximadamente en un 38%.
Pero ¿por qué hablamos de gravamen correctivo? Dentro de la estructura de esta reforma se encuentra incentivar cambios de hábitos en la población y tomar en cuenta el costo social que surge de un externalidad negativa.
Sin embargo, el 70% de los chilenos es mayor de edad, con poder de discernimiento y libertad de consciencia, capaces de decidir a la hora de fumar, tomar o mezclar una ron cola. No porque suban los pecios de los productos se dejarán ciertos vicios. Quienes gusten lo seguirán haciendo y a un costo mucho más elevado.
A este argumento se suma que en 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus estados miembros concluyeron a través del Plan de Acción para la Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles, que en conjunto con el aumento de impuestos también se debe cumplir con políticas que incrementen la disponibilidad de agua potable; el cambio hacia el consumo de bebidas y comida saludable; la optimización en la atención de salud; como también en la agricultura e industria alimenticia a través de un buen etiquetado, el control de la publicidad y los sistemas que fomentan la actividad física.
No obstante, la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, en entrevista con Radio Cooperativa explicó que “hay mucha fantasía en torno a la reforma tributaria, ya que sólo afectará a un 1% de la población” un esperanzador cambio que atañe a la equidad pero que se confunde cuando señala al mismo medio que “puede ser verdad que algo salga un poquito más caro el día de mañana, como por ejemplo el alcohol”.
A su vez el proyecto fue calificado por la mandataria como la cabeza de «una sociedad más justa», criterio que discrepa con la opinión del abogado constitucionalista Eugenio Evans, quien ve “arbitrariedad en los impuestos porque discrimina al gravar estos productos sin explicar por qué otros alimentos que contienen azúcar no lo pagarán”.
Todo apunta a que queda mucho por hacer para otorgar conformidad a los ciudadanos y que es necesario, en paralelo al alza de precios de productos frecuente, una gama de alternativas que otorguen subsidios y opciones saludables para los consumidores.