Cuando el maestro Rafael Otano, buscaba definiciones para la palabra “Ética”, su favorita era “proceso en que el ser humano hace visibles ciertos fenómenos que antes era incapaz de ver”. Y los estudiantes progresistas, casi “rebeldes”, del momento; sonreían. Esa epifanía de iluminarse y llegar a ver cosas invisibles hasta ahora, daba la sensación de una ética en movimiento y en constante cambio; volvíamos a creer en la gloriosa “evolución del pensamiento”. La misma que exigíamos al gobierno en ése 2006, en plena revolución pingüina.
De hecho; “evolucionar”, implica nuevas formas de comportamiento en las nuevas sociedades, y lo lógico sería asimilarlas, ¿no? La economía, por ejemplo, nos ha hecho, ya no sólo sujetos de derecho, sino también sujetos de consumo, y eso, es un paso crucial en la nueva identidad sociocultural en la era del libre mercado.
¿La libertad es una estatua?
Simple; la evolución de los derechos civiles proviene de una ética evolucionada. Claro que las circunstancias también ayudan a las transformaciones. Ejemplo; cuando Lincoln impulsó sus enmiendas para abolir la esclavitud en EE.UU, su contexto determinaba un liderazgo sin precedentes. No es menor ser electo presidente en medio de una guerra. Eso lo predispuso psicológica y socialmente a generar cambios reales. Eso es evolución.
Y hablando de cambios reales; cuando en 1980 el economista Milton Friedman publicó su libro Free To Choose (Libre para Elegir), la sociedad occidental, incluído Chile, ya comenzaba a consolidar su identidad de “Consumidor y Ciudadano”, asimilando un fenómeno que, quince años más tarde, el Antropólogo García Canclini constató y describió en su libro del mismo nombre.
“Quiero Elegir comer con $2000” (¿o es muy tonto lo que dijo el ministro?)
¿En qué estaría pensando el Ministro Lavín, cuando propuso su recetario? A ver, en la pujante economía de los Chicago Boys; no. En el libre mercado; no. En el intrínseco derecho a elegir de los ciudadanos consumidores, tampoco. Dicen que “se puso en los zapatos de los más pobres” y que quiso ayudarlos a facilitar su vida. Que lo hizo para promover la comida típica chilena, a bajo costo.
Bueno, si tuvo buenas intenciones; muchas gracias Sr. Ministro. Pero, ¿Por qué amoldar la alimentación de las familias a una condición de escasez económica? ¿Por qué no nivelar hacia arriba, y aspirar a un menú de mejor calidad? El recetario ya está, y lo puede juzgar o utilizar quien quiera http://bit.ly/YWOxSD , contra eso no podemos hacer nada. Lo que asusta es descubrir la lógica de fondo en ésta idea ¿Para qué aumentar el salario mínimo, si con dos mil pesos diarios come una familia completa?
Me gustan los recetarios y la cocina gourmet, pero ojo; ciertas medidas gubernamentales nos restringen y condicionan, más que respetar nuestro derecho a elegir libremente, desde una ética que evoluciona.