Parlamentarios y su Ley Antitabaco: ¿Cuándo empezarán a hacer bien la pega?

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Fuera de ser una medida que no ha demostrado efectividad y que daña profundamente las libertades, este tipo de leyes perjudica de una manera importante el activo más relevante para el desarrollo de un país: la confianza. Si seguimos de esta forma, que no extrañe el aumento del desempleo y los mediocres indicadores de crecimiento

No se trata de ser el abogado del diablo ni que apruebe la idea que el humo del cigarrillo le llegue a las personas que no lo desean,  pero las últimas regulaciones y proyectos impulsados por el poder legislativo han quitado bastante piso a la libre opción de fumarse un “puchito”.

Sí, yo fumo. Pero siempre he tenido respeto de no hacerlo frente a la gente que no lo hace y he botado cada colilla consumida en los basureros, ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué el Estado debe decidir lo que a mí me conviene o no? Estamos claros que tiene características adictivas, pero resulta bastante efectivo para combatir el estrés, para relajarse en una caótica ciudad, para reflexionar  y por qué no decirlo, para socializar.

El congreso –una de las instituciones más mal evaluadas del país- se ha contradicho constantemente respecto a sus políticas, como lo es por ejemplo  la mayor permisividad respecto al consumo del cannabis –lo que parece correcto- versus una constante cultura prohibitiva que ha abarcado todas los ámbitos de la sociedad, mal que mal, hablamos de Chile, uno de los países con mayor número de leyes.

Pero las consecuencias del nefasto accionar político no sólo han impactado en la faceta “invisible” que se refleja concretamente con las libertades ciudadanas.  Esta, junto a otros casos como por ejemplo el proyecto sobre regulación en los estacionamientos han provocado un daño irreparable hacía el activo más relevante para desarrollo de un país: la confianza.

Es que resulta inevitable considerar que el bienestar económico de un país como Chile, se debe en gran medida a los emprendimientos que emanan del sector privado y con este tipo de políticas se apunta directamente a lo contrario. Así,  no resulta sorpresivo que British American Tobacco (BAT) haya anunciado el cese de sus operaciones en gran parte del país, así,  no llama la atención que nuestra economía esté completamente desacelerada, con un desempleo creciente y sin “brotes verdes” para volver a producir como se hizo durante gran parte de las últimas dos décadas.

Sin duda,  se entiende el malestar del ámbito privado, les han cambiado las reglas del juego, les han modificado sus contratos iniciales y eso demuestra la poca seriedad que tiene un país a la hora de hacer negocios.

Un dato no menor, que claramente no considera la clase política  -debido a su robusta dieta parlamentaria- es que el fisco dejará de percibir US$400 millones por BAT, los que por lógica histórica terminaremos pagando todos nosotros. Todo lo anterior, por una política que no ha probado internacionalmente su efectividad y que derechamente en el país no bajará los niveles de tabaquismo.

Sólo queda esperar que los parlamentarios se den cuenta de los coletazos que generan sus intervenciones y que de una vez por todas, se dediquen a legislar sobre temas mucho más importantes para la gente como la seguridad, la economía,  la educación y no de cómo fumarse un “puchito”.

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