Hoy se dio a conocer la sentencia para los imputados en el caso de Daniel Zamudio. Cadena perpetua para Patricio Ahumada, quince años de presidio mayor en su grado medio para Alejandro Angulo y Raúl López, y siete años de presidio mayor en su grado mínimo para Fabián Mora.
Al conocer el fallo, diversas reacciones tuvieron lugar en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales. En general el sentimiento es de satisfacción y conformidad, particularmente pensando en que no había mayor certeza respecto de que el juez acogiera las solicitudes de la fiscalía. Sin embargo, mi interés en este artículo es expresar justamente lo contrario a satisfacción y conformidad. No porque esté en desacuerdo con el fallo en el caso Zamudio, sino por la insuficiencia e incompetencia que existe en nuestras instituciones para prevenir este tipo de actos como objetivo central de la no discriminación.
El fin de semana recién pasado, Wladimir Sepulveda de 21 años quedó en estado de coma tras ser golpeado brutalmente en San Francisco de Mostazal, Región de O’Higgins. Tras las primeras indagaciones, los patrones de la golpiza a Daniel Zamudio se repiten: ensañamiento y alevosía por motivaciones discriminatorias y homofóbicas. A él se suma una joven en Cartagena a la que le arrancaron un ojo con un puñal y un joven en Peñalolén al que casi le amputaron una pierna.
Como señala el vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Oscar Rementeria, las denuncias por hechos violentos ligados a la homofobia han aumentado en 16%. Esta situación debiese ser un llamado de alerta a todas las instituciones y autoridades educativas, culturales, políticas, medios de comunicación, etc., de nuestro país.
Introducir una cultura de no discriminación en nuestro país debiese ir más allá de una ley –la cual celebro- que aumenta las penas por actos discriminatorios basados en la condición sexual, religiosa o étnica del afectado. La crítica central de este artículo está dirigida a la incapacidad de nuestra sociedad para avanzar en acciones afirmativas y preventivas de no discriminación. El anhelo central de este artículo es que no hallan más cadenas perpetuas para subnormales que comenten actos tan atroces como los narrados –y los no narrados-. Pero que no las hallan, porque nunca más ocurran acciones como éstas simplemente por amar distinto a la mayoría.