Hace unos días, los partidos políticos presentaron sus listas parlamentarias para candidatos a senadores y diputados, de estos nombres hay varios temas que quedan al debe, como por ejemplo la relación entre candidatos y candidatas. Aunque actualmente dos de los candidatos más importantes al sillón presidencial, son mujeres, la equidad de género queda muy lejos de la realidad en el global de nuestra política.
¿Cómo se pueden representar los intereses de una sociedad tan diversa, dispar en ocasiones y con tantas problemáticas sociales diferentes?
El ideal sería que cada grupo social, étnico y religioso, estuviese representado por un vocero oficial, un representante que fuera consciente de las problemáticas de la población y trabajara por dar respuestas a ellas, erradicando los conflictos diarios del ciudadano común, esos temas del día a día con que conviven los jóvenes, los trabajadores, los adultos mayores, las mujeres y los niños.
Sin embargo, la política de nuestro país, parece moverse en los mismos apellidos y claramente está dominada por hombres, escasos son las mujeres que van por la reelección y bastante pocas las nuevas con posibilidades reales de lograr un puesto parlamentario.
Al analizar los primeros vestigios de promesas políticas, notamos que existe una especie de Combo Premium, que aseguran votos, las mismas temáticas se repiten una y otra vez, educación de calidad, salud, mejoras en el sistema de pensiones y delincuencia. Asegurando una oferta transversal a todos los segmentos de la sociedad.
Hablamos de avances en lo que respecta a igualdad de género, aunque existen políticas en la línea de protección de los derechos básicos de las mujeres chilenas, el camino que resta es bastante, de ahí la importancia de contar con una clara inclusión en el mundo político, para que las demandas derivadas del género, tengan eco y se expandan con fuerza en el debate nacional.
Saber cuál es el margen de responsabilidad política que tienen nuestros representantes y las diferencias propias de cada cargo, es tarea de cada uno de nosotros, así un ciudadano informado, sabrá a que promesas poner oído y eventualmente creer en el mejor candidato y premiarlo mediante nuestro voto en las próximas elecciones.
Construir un mejor país, acortando las diferencias sociales, ampliando las libertades ideológicas, promoviendo la diversidad y el respeto por todas las personas, es nuestra responsabilidad, que empieza por hacer valer nuestras opciones y determinar quienes serán nuestro portavoces en el escenario político y con cuanta equidad de género queremos nuestro parlamento.