[Columna de Opinión] Siete argumentos para creer que el Transantiago es un sistema ineficiente que daña la dignidad de las personas

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Volver cada día a nuestros hogares  se ha transformado verdaderamente en una tortura, aquellos que tienen dentro de su itinerario viajar al menos un par de estaciones de metro,  deben estar dispuestos a soportar absolutamente todo.

Personalmente he tenido que lidiar con dos situaciones que me han hecho perder todos mis cabales: los reiterativos “agarrones” que ha sufrido mi pareja y la brutalidad que existe cada vez que se inicia la apertura de puertas,  la que no discrimina tamaño, edad, ni tampoco a los padres o madres con sus pequeños.

Si bien,  algunas de estas conductas son atribuibles a las características anómicas de nuestra sociedad, es indesmentible que la gran mayoría se potencian por el pésimo servicio que ofrece tanto las micros  como el Metro de Santiago.

 A casi 9 años de su puesta en marcha, decidí armar una especie de “focus group” y preguntar cuáles son las cosas que más molestan del transporte público o qué cosas argumentan su total fracaso:

  1. Hacinamiento: Por lejos uno de los conceptos que más se repiten. Todos han tenido que soportar empujones y codazos; otros, incluso manoseos. La delicadeza de la conducción en choferes de micros y operadores de Metro es algo difícil de encontrar, por eso da la impresión que muchas veces nos tratan como una mezcla entre ganado y sardinas.
  2. Precio: Sólo para ir y volver del trabajo gastamos casi $1500 pesos diarios, lo que en un ejercicio matemático sencillo, representa más del 10% del sueldo mínimo; ¿Alguien puede vivir con un poco más de 200 lucas al mes?, Nadie. Todo esto, a cambio de un servicio pésimo.
  3. Evasión: Debido a lo anterior, pero también a una mala planificación inicial, la evasión al sistema se mantiene sobre un 25%. En su concepción el sistema no funciona; ¿No meta la mano ahí?, No funciona.
  4. Panel de expertos: Definitivamente el “carerajismo” del Congreso se contagia. Los tipos, que se han dedicado a subir constantemente el precio de los pasajes por ineficiencias propias de los operadores, se suben el sueldo. Impresentable.
  5. Operadores: Las 7 empresas proveedoras de recorridos suman multas por US$300 millones en ocho años. Los buses nunca han tenido el servicio y la periodicidad que prometieron; nunca estuvieron limpios y la evasión no les importa,  ya que el costo asociado recae sobre el valor del pasaje.
  6. Seguridad: Ya no nos sorprende escuchar que “una persona cayó a la líneas del Metro”; siempre he creído que se pondrán las pilas cuando alguien termine muerto en las vías tras ser arrollado por el metro luego de ser empujado del andén por los propios pasajeros.  Tampoco está demás mencionar las bombas que han explotado.
  7. Contingencia: Los planes de contingencia ante interrupciones del tren subterráneo son horrorosos. En la retina de muchos están los enormes trayectos a pie que han tenido que recorrer las personas cada vez que el servicio falla.  Finalmente, los operadores del Transantiago no tienen capacidad alguna para sortear las huelgas, los servicios estratégicos como estos deben evitar a toda costa este tipo de medidas.

Con todo el gasto que se ha hecho,  y las subvenciones estatales que continúan aumentando  -a pesar de que los operadores no se comprometen a mejores estándares de calidad-  resulta muy difícil que exista un gran cambio en la conducción de nuestro sistema de transportes capitalino.  Por eso la pregunta del momento es ¿Se debe invertir en más vías exclusivas y  corredores para el Transantiago o se debe aumentar y potenciar la red del metro?.

 

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