Ocho de la noche en Santiago. Una joven de veinte años llega a su casa en Ñuñoa, saluda a su madre y va a comprar el pan. De paso compra un macetero y tierra de hoja en la florería. Llega a su casa, vuelve a su pieza y mientras planta una semilla de cannabis; enciende algo parecido a un cigarrillo. Tranquila, en la privacidad de su espacio más personal; la joven comete un delito ¿Por qué? porque después de un largo día de estudio y trabajo eligió fumar una hoja de su propia plantita de marihuana.
Autocultivo de Cannabis en Chile: ¿Largo viaje del día hacia la noche?
La escena anterior es más común de lo que se piensa. Ya es un hábito transversal a todas las capas etareas y socioeconómicas del país. Se sabe, se conoce, pero no se asume. Y la sociedad chilena lleva una década en la discusión ética, jurídica y social. Un tira y afloja que por estos días se pone más en boga, por la moción de legalizar el autocultivo rechazada en el congreso.
El Ministro Mañalich no comprende el punto de vista “medicinal” asociado a la cannabis, y simplemente no la tolera. “Nuestra postura como gobierno es clara. El autoconsumo de marihuana no tiene ningún sentido terapéutico”, dijo a La Tercera, el 3 de abril. Habla desde una lógica farmacéutica, casi corporativa, negando la marihuana, porque no puede ser producida en laboratorios para conseguir un producto sanitariamente confiable.
Su mentalidad cabe en una pastilla, o en una píldora. Y denosta la medicina natural. Su idea no es mala; simplemente no aporta y es sin fundamento. Para mayor información; revisa el link http://bbc.in/13r2xne
Es un asunto de medicina occidental versus medicina oriental, mal llamada alternativa. Mientras el Ministro habla del Instituto de Salud Pública, productos estándar, regulación y autorización sanitaria; la otra mitad del mundo habla de volver a la tierra, recuperar la conexión con las flores, las plantas y la naturaleza como dadora de lo esencial. Perdón ¿Es una discusión sobre libertades ciudadanas, o sobre farmacología? Legalizar el auto cultivo es respetar la vida y las decisiones individuales, nada más.
Quiero Elegir plantea que la sociedad sufre de un doble estándar terrible. Ejemplo; Los Beatles, genios musicales, fumaban cannabis (y otras cosas). ¿Alguien los juzgó por eso? Algunos, sí. Pero sólo los más retrógrados de la época. Sin embargo, el Ministro Mañalich, admira y disfruta hoy su música sin prejuicios.
Ahora, el problema del doble estándar es; si los artistas lo hacen es cool; pero si un grupo de muchachos comunes lo hace; es delincuencia; ya sea en el Bronx o en Quilicura, porque compran a traficantes en la calle. Y si cada uno cultiva para su consumo personal, y fuma en privado; ¿Cuál es el problema?
El problema no es solo cultivar o no cultivar; el problema es la estigmatización de quienes fuman y consumen, asociándolos al lumpen, la vagancia y la vida licenciosa. Hay una necesidad temible de la clase política y las elites de criminalizar el fumar o cultivar marihuana, por lo mismo pasa a ser una conducta moralmente indecente o, como dijo el ministro; “sucia”.
A propósito de Los Beatles; artistas, genios y transgresores de la norma; el autocultivo de marihuana en occidente es un tema tabú desde los años sesenta, cuando los conservadores no podían entender que los jóvenes cambiaran el mundo en masa. La revolución de las flores y el festival de Woodstock trajeron consigo la liberación sexual y el triunfo del hedonismo como praxis de su lema; “haz el amor y no la guerra”. Siempre se tuvo miedo a los jóvenes en masa.
Por entonces, el consumo de sustancias alucinógenas propiciaba estados alterados de conciencia para experimentar la psicodelia. El psicólogo y académico Timothy Leary, que solía decir a sus alumnos “no me preguntes nada, piensa por ti mismo y cuestiona la autoridad”, inspiró la tendencia con sus experimentos en base al consumo de LCD en aulas universitarias, y Aldous Huxley sembró una semilla para la contracultura con Las Puertas de la Percepción de 1954. De paso fue mentor de The Doors, estimulando experiencias místicas y niveles de conciencia superiores mediante el uso de sustancias químicas y naturales.
Para algunos guardianes de lo establecido, detrás de esto estaba el demonio. Para nosotros sólo estaba la libre determinación instintiva para actuar. En el contexto en que la existencia del hombre y la libertad son inseparables desde un principio. Y ha sido así en la realización de su ser individual y colectivo.
Entonces el rechazo de la moción por el auto cultivo es un problema de control sobre el otro. De control sobre lo que hace y lo que no hace el otro. Y mantener un status quo en la seguridad que brinda lo tradicional con un referente ideológico conservador. Erich Fromm, en El Miedo a la Libertad, de 1940, reflexiona “¿El sometimiento se dará siempre con respecto a una autoridad exterior, o existe también en relación con autoridades que se han interiorizado, tales como el deber, la consciencia, o frente a autoridades anónimas, como la opinión pública?
En esa línea, la clase política y las elites son dueñas del poder y la razón. Individualistas y aislados en su cúpulas conservadoras que brindan la seguridad de lo conocido y el control sobre la vida de los otros. En este caso la extrema derecha, tienen pánico y culpa de sentir placer, y de paso se lo niega al resto. Pánico y culpa de permitir que otros cultiven sus derechos. Permitir que otros elijan cómo vivir. Como si procurarse instancias de goce fuera un pecado de condena infernal.