Expertos y sindicatos denuncian las contradicciones y la letra chica de la ley de 40 horas. ¿La iniciativa del gobierno de Boric aprobada en el congreso chileno es una victoria pírrica?
Una buena noticia trae el gobierno de Boric para las y los trabajadores. Se aprobó el proyecto de ley que establece una jornada laboral de 40 horas. Un tema que apunta a mejorar la calidad de vida y el bienestar como lo planteó su autora intelectual en sus inicios, la militante comunista y diputada Camila Vallejos en 2017, hoy la flamante ministra secretaria general de gobierno.
La mala noticia es que las 40 horas efectivas se harán realidad en 11 años más, y al parecer el gran norte de mejorar el “bien estar” se perdió en largo trámite legislativo. ¡Esto sucede por una razón muy simple! Existe una correlación de fuerzas y mediáticas que juega a en contra de un gobierno progresista. Hoy el congreso chileno tiene una mayoría política cargada a la derecha y las “condiciones objetivas” no están para cambios de paradigma. Así el mundo conservador licúo y flexibilizó aún más las condiciones laborales de millones de trabajadores. Esta derivada de la ley está generando revuelo en el mundo sindical y ácidas críticas desde el mundo de los abogados laboralistas.
Para el destacado investigador en derecho del trabajo de la UDP, José Luis Ugarte, la iniciativa legal es pobre. “40 horas es proyecto decepcionante desde punto de vista de trabajadores. Un avance pagado con más flexibilidad laboral en todo el proyecto, en el país con legislación más flexible del continente. Poco que celebrar. ¡Lo bueno! Nos queda aún sindicalismo autónomo para alzar su voz”.
El académico se refiere a una carta abierta firmada por numerosos sindicatos, entre ellos la Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines, la Confederación Nacional de Trabajadores Electrometalúrgicos, Mineros, Automotrices y Ramos Conexos de Chile, la Federación de Nacional de Trabajadores Líder y la Federación de Trabajadores de la Minería, entre otros.
En ella los sindicatos firmantes denuncian severas vulneraciones a derechos de trabajadores por ley #40horas. Por ejemplo, remarcan la extensión de jornadas de 52 hrs, olvido de los trabajadores de jornada parcial y reducción efectiva que aplicaría recién en 2028, entre otros.
En su carta detallan que “el proyecto encubre severos retrocesos que afectan gravemente los derechos de los trabajadores, en particular su certeza sobre la jornada laboral y el control de sus tiempos libres. Las 40 horas ya no serán en la semana sino en promedios en un ciclo de 4 semanas, entregándose al empleador la elección de los turnos de trabajo avisando con sólo una semana de anticipación y la posibilidad de que en ciertas semanas se deban trabajar 52 horas (aparte del tiempo de colación)con el fin de ahorrarse el pago de horas extras”.
Este escenario lo explica jurídicamente el experto laboral y director del magíster en derecho del trabajo de la UAI, Sergio Gamonal. “El proyecto, en su texto actual, da la impresión de que el gobierno y el legislador viven en el limbo, en su propio Chile que solo ellos habitan. Son dos los nudos críticos: (1) la irrelevancia del derecho del trabajo, y (2) el desprecio por el sindicalismo”.
El académico es una de las voces más independientes y criticas al actual modelo laboral. Sus tesis son escuchadas y respetadas a nivel nacional e internacional. En sus reflexiones apunta que la ley de 40 horas “abre el espacio para una serie de “acuerdos individuales” entre empleador y trabajador (a). En efecto, el art. 22 bis permite, por acuerdo individual, distribuir la jornada en base a un promedio semanal de cuarenta horas en un ciclo de hasta cuatro semanas”.
Es decir, Gamonal, en modo sarcástico, asegura que“para nuestros legisladores el trabajador (a) goza del mismo poder de negociación que el empleador. De igual a igual. En ese contexto no es claro por qué tener normas de orden público protectoras, que conforman la esencia del derecho individual del trabajo. Si pueden negociar con el mismo poder, no necesitan de protección”.
Al respecto, es lapidario con el gobierno que ganó con un relato progresista. “El gobierno actual está ampliando los derechos del empleador en desmedro del trabajador (a). El temor al despido facilitará que los trabajadores acepten estos pactos, verdaderos “acuerdos bajo coacción”, algo que el derecho laboral trata de evitar desde su nacimiento”.
Y profundiza, “en el inciso segundo del art. 22 bis propuesto se dice en forma explícita: “Con todo, las partes podrán acordar diferentes alternativas de distribución de la jornada en un ciclo, debiendo el empleador comunicar al trabajador la alternativa que se aplicará en el ciclo siguiente, con al menos una semana de antelación al inicio de este”. En otras palabras, el director académico, afirma que “las decisiones del empleador son inamovibles e inflexibles, las del trabajador (a), por el contrario, son peticiones que pueden ser rechazadas por el empleador”.
En relación, al “desprecio por el sindicalismo” el docente sostiene que la ley sí contempla la participación sindical. Pero hay letra chica. Recalaca que “el pacto con el sindicato puede ser un “acuerdo directo”, esto es, sin medidas de presión sindical como la huelga. Y también puede ser por negociación colectiva. Y el legislador señala para ambos casos que esto aplica “solo respecto de sus afiliados”. Por ejemplo, en empresas con más de 100 sindicatos puede haber 100 acuerdos distinto”.
Para Sergio Gamonal “el gobierno del presidente Boric continúa ninguneando al sindicalismo como sus antecesores. La base del derecho sindical está en la “representación de intereses colectivos”. Por eso las legislaciones de la OCDE, desde Estados Unidos hasta las de países nórdicos, establecen una representación única a nivel de empresa. El paralelismo sindical es a nivel ramal, pero a nivel de empresa todos los trabajadores son representados por el sindicato (ramal) más representativo. La legislación antisindical del Plan Laboral estableció el paradigma contrario, que permite sindicatos atomizados, débiles y manejables. Y desde 1990 hasta Boric se sigue reforzando ese paradigma antisindical”.
El experto en derecho del trabajo ve en esta ley más de lo mismo. Concluye: “Queda un sabor amargo con el actual gobierno, que ya ha dejado atrás la co-determinación y la negociación ramal, ambas presentes en su programa y hace décadas vigentes en los países más desarrollados del mundo. Pareciera haberse plegado a la agenda neoliberal dada su minoría en el Congreso. Claro que ser minoría no implica volverse fanático de las ideas contrarias y abjurar en forma absoluta de tus principios. La historia se hará cargo”.
Al parecer los 30 años continúan y gozan de buena salud. ¡La ley de 40 horas es un cuerpo legal más en la medida de lo posible!